Luis Torres Villar

Estamos tan habituados a apreciar las estampas xilográficas “monumentales” de Luis Torres Villar que nos parece insólita su producción de calcografías en pequeño formato, aun cuando dio a conocer hace ya algunos años su nutrida serie de Ex libris, conjunto que lo ha posicionado como el principal ejecutante del grabado de bibliófilos de nuestro medio.

La participación de Torres Villar en nuestra bienal está constituida por una colección de pequeñas calcografías – en su mayoría punta secas y buriles – realizadas entre los años 2008 y 2010, es decir, paralelamente a los grandes formatos que caracterizan su trabajo desde que ganó el Primer Premio Nacional de Grabado del ICPNA (2008) y que se apreciaron plenamente en su muestra antológica “Diez años de xilografía”, presentada en 2018.

Además de exponerse en conjunto por primera vez, estas imágenes son también reveladoras del proceso creativo que genera sus grandes estampas pues aportan intuiciones acerca de la naturaleza de sus personajes, cuyas conductas, acciones y gestos más cotidianos y domésticos adquieren un halo enigmático, sobrenatural o ritualista, como apreciamos en las piezas tituladas “El viaje”, “La anunciación” o “Primer patio”. Por ejemplo, en esta última, una puntaseca de 2009, reconocemos un rincón del claustro bellasartino usado como escenario de una ejecución: vemos a un hombre sentado en un banquito, recostado sobre una de las pilastras a través de la cual cruza la soga con la que un jovencito le aplica una suerte de “pena del garrote”, ahorcándolo fuertemente. La resignada víctima lleva un crucifijo o un cetro en las manos que nos recuerda al “Cristo de la caña” y también tiene a sus pies un niño pequeño y desnudo que implora clemencia, semejante a esa figurita modelada que en los “cajones de sanmarcos” forma parte de la escena de “la Pasión”. El mismo cruce de temporalidades, traumas históricos y esperanzas simbólicas que pueblan sus obras de grandes dimensiones.

Completa la serie tres mezzotintas, la primera de ellas – “Carnaval” – elaborada en Bélgica, en 2010, en el taller del grabador Hugo Besard. (Otra de estas piezas – “Río con luna” – representa un paisaje nocturno con un río que atraviesa sucesivas cascadas, una de ellas flanqueada por una peña que contiene dos petroglifos ornitomorfos procedentes de “Toro Muerto”).

Luis Torres Villar (Lima, 1984) cursó estudios de grabado en la Escuela Nacional Superior Autónoma de Bellas Artes del Perú de donde egresó el año 2014. Fue seleccionado para participar del Programa de Artistas PDA/12 de la Universidad Torcuato Di Tella, Argentina, a fines del 2012. Conduce también el proyecto cultural alternativo “Museo Popular de Grabado Peruano”. Integra el Proyecto Rupestre Contemporáneo desde 2014.